De Andalucía, mi padre sentía un especial cariño por Málaga, donde disfrutamos de muchos momentos inolvidables. Le gustaba su clima, su mar, sus pueblos blancos, la serranía, su pescaíto, la Semana Santa, la Feria, Casa Guardia... Siempre decía que cuando se jubilara se iban a ir a vivir a Arroyo de la Miel, mi madre y él, a lo que ésta respondia que no porque estabamos nosotras. La jubilación llegó y también Marina, su nieta, y las ganas de vivir en Arroyo se esfumaron, para tranquilidad de mi madre. Sevilla le encantaba. Según él, era la ciudad más bonita de Andalucía. Sin embargo fue Granada con su Alhambra, el Albaicín y el Sacromonte los que le inspiraron para que les retratara.
Málaga para vivirla, Sevilla para pasearla y Granada para pintarla.