jueves, 24 de febrero de 2011

La Alhambra y el Sacromonte

De Andalucía, mi padre sentía un especial cariño por Málaga, donde disfrutamos de muchos momentos inolvidables. Le gustaba su clima, su mar, sus pueblos blancos, la serranía, su pescaíto, la Semana Santa, la Feria, Casa Guardia... Siempre decía que cuando se jubilara se iban a ir a vivir a Arroyo de la Miel, mi madre y él, a lo que ésta respondia que no porque estabamos nosotras. La jubilación llegó y también Marina, su nieta, y las ganas de vivir en Arroyo se esfumaron, para tranquilidad de mi madre. Sevilla le encantaba. Según él, era la ciudad más bonita de Andalucía. Sin embargo fue Granada con su Alhambra, el Albaicín y el Sacromonte los que le inspiraron para que les retratara. 



Málaga para vivirla, Sevilla para pasearla y Granada para pintarla.



viernes, 18 de febrero de 2011

"Amiga Pintura"

Un cielo atendido apenas
Da su lejanía al claro
Del ramaje. Yo separo
Los azules. Son ajenas
Sus glorias a las terrenas
Islas del Mayo mejor.
Junto al agua está un pintor,
Regente de esta hermosura.
Pinta bien: se me apresura
Todo Mayo hacia un amor.

Jorge Guillén, de Cántico. A su amigo Christopher Hall, pintor inglés.

lunes, 14 de febrero de 2011


Este cuadro, cuya foto me envió mi querido amigo Paco López Roso, pertencece a la primera etapa pictórica de mi padre, marcada por la influencia del romanticismo. Los colores marcadamente claros y el agua inmóvil, hacen del paisaje un paisaje irreal, donde la razón deja paso al sentimiento. Me gusta mucho este cuadro, porque refleja como era mi padre: tranquilo, sosegado,  soñador y cazador de ilusiones

martes, 8 de febrero de 2011

Para esas personas como Sagrario Lucas

La primera idea que me movió a crear este blog fue la de dar a conocer la obra pictórica de mi padre, de la que me siento tremendamente orgullosa, como de su persona. A lo largo de este duro y enriquecedor camino, he descubierto que hay personas cuyas obras se desconocen porque no se pueden plasmar en lienzos o en piedra, sino en la vida de los demás. Son desconocidas porque su finalidad es  sevir al prójimo próximo - como dijo Benedetti- sin más interés que compartir con ellos su cariño y su tiempo. Quiero rendirles mi particular homenaje a todas esas personas en general y a mi tía Sagrario en particular que junto con un grupo de voluntarios como ella han contribuido a hacer más fácil la vida de los enfermos mentales y de sus familiares, creando y participando en la  Asociación de Familiares y Amigos de Enfermos Mentales de Moratalaz, AFAEMO. Porque todo el mundo tiene derecho a disfrutar de su propio campo iluminado de amapolas rojas.

¿Cómo devolver el cariño?


Nacer con un don es una suerte pero tener amigos como Paco López y su mujer, Mari, de Ciudad Real, y sus hijas Mari Ángeles y Gemma es una bendición. Esta historia es ahora también la vuestra.

Gracias a los cuatro por hacerme llegar las fotos de los cuadros de mi padre, como este óleo de un bosque otoñal. Desde aquí os mando mi corazón y el de mi familia.

lunes, 7 de febrero de 2011

En mi jardin

El dueño fui de mi jardin de sueño,
lleno de rosas y de cisnes vagos;
el dueño de las tórtolas, el dueño
de góndolas y liras en los lagos;
y muy siglo dieciocho y muy antiguo
y muy moderno, audaz, cosmopolita;
con Hugo fuerte y con Verlaine ambiguo,
y una sed de ilusiones infitina.
Yo supe del dolor desde mi infancia,
mi juventud, ¿fue juventud la mía?,
sus rosas aun me dejan su fragancia,
una fragancia de melancolía.
Potro sin freno se lanzó mi instinto,
mi juventud montó potro sin frenó;
iba embriagada y con un puñal al cinto;
si no cayó fue porque Dios es bueno.
En mi jardin se vio una estatua bella;
se juzgó mármol y era carne viva;
un alma joven habitaba en ella,
sentimental, sensible, sensitiva (...)

 de Cantos de vida y esperanza. Ruben Darío

miércoles, 2 de febrero de 2011

Boceto a rotulador

Lo hacía a modo de distracción, y no empleaba más de una mañana en ello, siempre después de leer el periódico, por supuesto.

Cuando llegabas a casa, le dabas un beso y al instante, sin darte tiempo a quitarte el abrigo o descansar, te insitía para que fueras a ver el último cuadro que estaba haciendo. La opinión o la crítica era lo de menos, porque no te escuchaba. Lo importante era que escucharas sus reflexiones.